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Si Señor, si quiero.


"Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día" (Juan 5:5-9)

Bethesda o casa de misericordia, fue aquel lugar donde por muchos años se reunían una multitud de distintos tipos de enfermos para ser sanados en los estanques, la tradición decía que un ángel venía cada cierto tiempo a revolotear las aguas y en ese momento, en el que las aguas estaban en movimiento, el primero en llegar era sano de su enfermedad. Esta creencia venía dándose alrededor de 150 años antes de Cristo.


Los estanques de Bethesda eran exclusivamente para servicio del templo, y sus reservas de agua provenían de la lluvia que descendía desde las colinas. Recordemos que Jerusalén esta asentada sobre un monte. Para entender lo relacionado con la lluvia, las aguas en movimiento y el templo, debemos siempre tomar en cuenta que la biblia fue escrita por judíos, por ende debemos tener un pensamiento cercano al simbolismo que todo ello representaba, sobretodo para las personas que estaban enfermas esperando su oportunidad. Los enfermos se reunían en aquel lugar porque no se les permitía entrar al templo por su condición, recordemos que para los judíos estos eran personas impuras, donde se decía que las enfermedades eran consecuencia de sus pecados o de los pecados de sus antepasados, y el templo era un lugar sagrado donde habitaba Dios, era la casa de Dios edificada en sobre la roca (hoy esa roca se puede apreciar en "el domo de la roca", mezquita musulmana), esa roca para los judíos representaba el fundamento de la creación de la humanidad y la tierra.

Por todo esto, el lugar y el entorno que rodeaba al templo se consideraba especial y como anteriormente he señalado, los estanques de Bethesda eran la única manera de que los enfermos pudieran estar "cerca" de Dios.

La lluvia en las reservas de los estanques significaba la palabra de Dios (Isaías 55:10-11), y la palabra de Dios es sanidad para nuestra vida (Proverbios 4:20-22), así como la lluvia, el movimiento de las aguas también se relaciona con el libro génesis, desde la creación cuando se dice, de que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, ese movimiento del Espíritu de Dios representaba el comienzo de una maravillosa creación, significaba vida donde todo era perfecto, no existían enfermedades.


Sin embargo, a pesar de toda esta multitud de enfermos reunidos esperando un milagro, aparece nuestro Señor Jesucristo, el cual fijo su mirada en uno solo, un hombre paralítico que desde hacía ya 38 años que padecía esta enfermedad. ¿Por qué este hombre llamó la atención de Jesús?, la razón, no la sabemos, quizás gritaba desesperado exponiendo su condición y pidiendo que lo ayudarán a llegar al estanque o simplemente por que Jesús a través de su omnisciencia sabía todos los años que había sufrido aquel hombre y tuvo de él gran misericordia. Entonces el Señor se acercó a aquél paralítico y le dijo: ¿Quieres ser sano?, esto nos hace reflexionar de porqué el Señor le hace una pregunta y no actúa de forma directa diciéndole, se sano de tu enfermedad en primera instancia. Nos podemos dar cuenta como el Señor, a través de esta pregunta conduce al paralítico de tomar una decisión, si o no, ¿quieres seguir cómo estás, creyendo en la tradición de aquel estanque, quieres seguir peregrinando para ser "sanado" por una estatuilla de madera, yeso o quieres ser sano por el salvador del mundo?, cabe destacar que aquel paralítico solo veía a nuestro Señor como un forastero, por ende la primera reacción que tuvo luego de la pregunta, fue una excusa de que nadie le ayudaba y me consta de que quería que Jesús lo cargará o lo ayudara a llegar rápidamente al estanque, sin embargo Jesucristo tuvo misericordia de este hombre y como si no hubiera escuchado lo que dijo, siguió y le dijo: "Toma tu lecho, levántate y anda", al decirle estas maravillosas palabras, me imagino que algo en su interior despertó en aquel paralítico que lo hizo obedecer y olvidarse de ese estanque, sin duda al escucharle esta vez, sintió como su corazón vibraba, como su alma se estremecía al escuchar una voz llena de credibilidad, autoridad y poder, él finalmente pudo ver a Jesús, su Sanador, su Salvador.

Muchas veces tenemos ciertas esperanzas en distintas personas que por algún u otro motivo confiamos en ellas y mantenemos nuestra esperanza, sin considerar que nos pueden llegar a fallar, Jesús es el único que no nos falla. También, en nuestra vida cristiana aún tenemos muchos defectos (soberbia, impaciencia, orgullo, etc) y confiamos en nosotros mismos de que con nuestro propio esfuerzo podemos llegar a cambiarlas y no consideramos al Maestro. No tenemos porque ir a un lugar especial para ser sanados, no tenemos que realizar ningún tipo de método o fórmula para ser cambiados, simplemente debemos reconocer nuestras dolencias, nuestros errores, nuestras flaquezas y debilidades, ante la presencia de nuestro Dios y el nos hará la pregunta ¿Quieres ser Sanado? ¿Quieres ser restaurado? y nosotros debemos decir con toda humildad, "Si Señor, si quiero". Muchas gracias amados hermanos por disponer de su tiempo leyendo este devocional. Dios les bendiga.


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