"Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades" (Efesios 2:16)
Es por la Palabra de Dios que hoy conocemos la esperanza que nos conduce a la salvación. Sabemos que por causa del pecado estábamos muertos, más el plan perfecto de Dios se reveló en Jesucristo, que mediante su muerte en la cruz fuimos reconciliados con Dios.
Las enemistades que menciona el apóstol Pablo no son como las enemistades entre dos amigos que se pelean. Dios siempre es fiel, esta es una de las cualidades que el hombre carnal no puede entender, ni ninguna persona puede medir, simplemente: "Dios es fiel". Por lo tanto, la enemistad no fue de Dios con el hombre, sino del hombre con su Creador, Dios todopoderoso. Entonces, si la enemistad fue de nosotros con Dios, la reconciliación también; más no es por nosotros mismos sino por medio de la cruz.
¿Quiénes somos los reconciliados? La carta a los Efesios nos muestra con claridad que se refiere tanto al pueblo de Israel, como al pueblo gentil en todas las naciones del mundo, haciendo de ambos un sólo cuerpo, Su iglesia. Por ello, hoy sabemos que la Iglesia es el Israel de Dios, no estamos divididos, ni las promesas están divididas pues nos une Cristo. Así de grande, completa y suficiente es la reconciliación por medio de la cruz, que los que estaban bajo la ley y los que éramos sin la ley pasamos a ser la iglesia de Cristo; "edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal cabeza del ángulo Jesucristo mismo", Efesios 2:20
Nuestro fundamento ya no es aquella ley mosaica que los judíos y algunos judaizantes confirman cada sábado, pues esta fue abolida en la propia carne de Cristo, por esta razón, la iglesia no es un cuerpo aparte o autónomo, sino que es el cuerpo de Cristo como UN SOLO hombre y NUEVO hombre. (Efesios 2:14-15) Así que aquella paz que procuraba la ley, pero que el hombre no pudo cumplir, viene a cumplirse firme y eternamente en Cristo mismo.
¡Doblemos nuestras rodillas y presentémonos con corazón contrito y humillado glorificando el nombre de Jesús! Pues ahora en Cristo gozamos de sus abundantes riquezas, y podemos volver a ser amigas y amigos de Dios. ¡Cristo es suficiente! Aleluya
Muchas gracias por su tiempo y su disposición para leer este devocional hermanos, Dios nos bendiga grandemente y vengamos a Él, y gocemos de Él para siempre.